viernes, 1 de febrero de 2013

El Obrero y su vida Espiritual



En el libro de Proverbios 26:20 dice:

La razón para el enfriamiento y el estancamiento de muchos OBREROS, se debe a
ausencia de fuego en el interior del corazón, este fuego que ha salido por falta de
leña (la comunión, la santificación y la consagración.)

Un OBRERO nunca estará bien y podrá ayudar a la gente si no se preocupa por su vida espiritual.

Comunión: Es la relación constante con Dios. La comunión del obrero con Dios debe ser todo el tiempo (en el trabajo, en la escuela o en la casa), sus pensamientos, palabras y acciones deben ser unidos a Dios.
Santificación: Es la separación no sólo del pecado sino también de todo exceso que le puede desviar del Espíritu. El obrero santificado, siempre está luchando para que su corazón no este vacío. Es necesario supervisar y saber qué lugar ocupa la santificación en nuestros pensamientos, conversaciones y acciones.

Pensamientos: El obrero no debe vivir sólo para la familia y el trabajo. El puede ver la televisión, ir al cine, la playa, escuchar música, leer periódicos. Debe ser equilibrado.

Conversaciones: En la escuela, en el trabajo o en la casa puede participar de conversaciones que le puede contaminar, ya que hay conversaciones que no contribuyen en nada. Por eso debe apartarse de lo que no lo edifica.

Amistades: Las mejores compañías para un obrero son aquellas que comparten la misma fe que él, ya que muchas compañías de afuera a veces sólo sirven para criticar, burlarse, irritar y poner en duda su fe.

Consagración: La consagración es la entrega de nuestro espíritu y que dicha entrega se tiene que reforzar día a día. El obrero debe vivir una vida de consagración y entrega. Esto ocurre cuando ayunamos y oramos, nos dedicamos a la lectura y conocimiento de la palabra, las vigilias, la obra de evangelización, visitas. Cuanto mayor sea la entrega, mayor será la acción de Dios. Cuanto más bajo es la entrega es menos la acción de Dios en nosotros.

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